Vivir como un vienés

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Tratar de definir la psique de una capital cuyo país dio al psicoanalista Sigmund Freud puede ser muy peligroso. Pero ni el propio Freud pudo negar ciertas cosas sobre la topografía mental de los austríacos y, en particular,  de los vieneses.

Una es el genuino conservadurismo propio de los valles y las sismas más profundas de sus regiones. Otra es que hay unas cuantas vetas  históricas que irritan la psique austríaca. En su día medio mundo fue suyo. Pero compensa la falta de influencia actual con una burocraci pulida en vigor desde el siglo XIX.

Además, los austríacos se ven como mayores defensores de la armonía que sus vecinos alemanes, pero son también mucho más convencionales. Su opinión pública está menos fragmentada, aunque ello se debe en gran parte al tamaño del país.

Los vieneses se ven principalmente como austríacos. Pero aun así domina la actitud urbana. La capital vive y prospera con su Wierner Schmäh (humor vienés), una confección de agudeza mórbida, irónica y misántropa, como ilustra parte del arte accionista vienés. Tal vez por eso una de las obras más importantes de Freud sea «El chiste y su relación con lo inconsciente». Su análisis es muy serio, pero el libro es una soberbia compilacion de Schmäh.

El nivel de vida en Viena es alto. Con un espectacular paisaje que fomenta el esquí, el excursionismo y los deportes extremos, y un excitante panorama cultural, Viena se jacta de un calidad de vida que suele colocarla en las listas de las ciudades donde mejor se vive.

Ello se refleja en el pasatiempo vienés por excelencia: disfrutar de una cerveza, vino o café con amigos en uno de sus numerosos bares, restaurantes o cafeterías.

Por último, Viena es un imán para artistas, estudiantes y profesionales de toda Austria, que acuden a estudiar, vivir y trabajar, y a menudo se quedan para siempre.

Foto vía Vuela Viajes